– Oye basta ¡Deja de asustarme! Haz hecho que pierda mi bolso
– ¡Eso no importa ahora! No seas idiota y sígueme!
– Ya deja las tonterías ¿Si? Me voy por el camino más iluminado luego de recuperar mi bolso…
– No importaba cuanto insista ella no me escucharía, no éramos necesariamente muy amigas como para que me crea tales ilusiones, pero yo aun oía los pasos aún más fuertes y firmes que antes, al contrario ya no eran pasos era alguien corriendo. Fui directamente hacia ella gritando que no me deje sola que me perdone, en cuanto levanto su bolso y se dio vuelta hacia mi queriéndome regañar vi que su cara se convirtió en un rostro estupefacto y me sentí aturdida, abrí mis ojos sintiendo que todo era tan lento, demostrando el terror sin poder terminar de girar y la vi a ella, la chica de mi secundaria con un gran pedazo de vidrio el cual corto parte de mi rostro y me hizo caer al suelo gritando de dolor, pero mi amiga no hizo más que quedarse allí observando, no lo entendía solo quería correr por tan horror, no estaba equivocada esa chica era una psicópata ¡una asesina!
Quien lo creería, al ver mejor note que el vidrio que tenía en su mano ahora se encontraba clavado en la garganta de un chico que al parecer se encontraba detrás mío, ella me miro con varias lágrimas en los ojos y unas ojeras negras que mucho se hacían notar, limpiando sus manos en su vestido simplemente salió corriendo diciendo que llamemos una ambulancia. Mis pensamientos no eran claros, tan solo quería correr y dejar de sentir tanto dolor, y junto a mi amiga fue lo que hicimos, solo quería estar segura en casa, no quería volver a salir ya nunca más en la noche. Es por esto que al contarle a todos decidimos vernos solamente de día, y no quise volver a salir sola nunca, tenía miedo, tengo miedo. Aún más cuando el día de hoy al caminar junto a mi madre antes de cruzar vi que del otro lado de la calle se encontraba ella con un ramo de flores y un vestido negro muy notorio, se encontraba de la mano con un muchacho vendado y con sangre que parecía salir de su estómago. Ambos se encontraban pálidos y con grandes ojeras negras, cuando cruce la calle junto a mi madre ella simplemente camino sin verlos y a punto de chocarlos iba a hacer que se detenga pero mi corazón se detuvo por un momento al ver que ella los atravesó como si de aire se tratara, guarde silencio y continúe, la culpa no me la quitaría nadie… sobre todo al girar y verlos mirándome fijamente con un rostro triste, que teniéndolos ya a más de tres metros pude escuchar como ella decía “volveré por lo que es mío”. Si tan solo hubiera llamado a la ambulancia, ahora encerrada en mi habitación no puedo cerrar los ojos sin ver sus rostros observándome con tristeza, los siento cerca, tengo miedo, no quiero cerrar los ojos nunca más, ella vendrá por mí, lo sé, no estoy loca, lo se ¡No estoy loca! Ella está allí, está en todas partes, ella buscara lo que es suyo, volverá, para siempre para arrancarte la vida, con esa mirada, tal vez, tal vez… “Tal vez en otra vida podamos ser felices juntos”.
“Tal vez en otra vida… podamos ser felices juntos” esa fue la frase que escribió la joven adolescente que cometió suicidio hace un par de días al igual que una amiga suya que se ahogó en el río. Es una lástima, tan joven, como aquella pareja que falleció luego de defenderse de un asaltante, la joven había escrito en una caja de regalo la cual contenía anillos de oro “Tal vez en otra vida podamos ser felices juntos”. Es curioso, pero cosas como esta no son más que coincidencias.
¿Tú qué crees?
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